Cuando el 25 de noviembre el presidente cubano Raúl Castro comunicó que ya nuestro Fidel no estaría más físicamente, a toda la contrarrevolución cubana y extranjera se le hizo la boca agua, creyendo que la Revolución cubana llegaría a su fin, lo que no pensaron, pero sí sabíamos los cubanos fidelistas que Fidel se había multiplicado en millones y millones de personas. La despedida en la Plaza de la Revolución en La Habana, en Santiago de Cuba y en todas las provincias por las que pasó el cortejo fúnebre para nada fue el adiós a un hombre que hizo tanto por Cuba y por el mundo, más que eso fue la reafirmación de un pueblo y sus amigos foráneos a la Revolución y a las ideas del Comandante.
La muerte no puso fin a la vida de Fidel Castro, le dio la inmortalidad y difícilmente podrá ser olvidado en algún rincón del universo, pues en distintos lugares del mundo le han puesto su nombre a calles principales, parques, cátedras y aunque nosotros no podemos hacerlo porque era su voluntad con esa modestia que lo caracterizó, no podemos impedírselo a otros países que lo hagan, así que digan lo que digan los que se han empeñado en ser nuestros enemigos, el mundo posFidel es un mundo con Fidel, porque mientras allá una sola persona que lo recuerde seguirá viviendo y creánme, hay muchas más que una.
Así que cada 13 de agosto aunque físicamente no esté presente nuestro Fidel, será un motivo de celebración porque es el cumpleaños del hombre que tanto hizo por Cuba y los pueblos del mundo. Ese día nacerá otra vez infinitamente, porque en cualquier lugar del mundo donde haya una injusticia, donde alguien deba ser salvado, donde haya un pueblo que necesite una Revolución Fidel renacerá.