Por Graciela Ramírez
El antimperialismo forma parte de lo que podríamos llamar el “ser” de nuestra identidad venezolana fecundada en las luchas de resistencia de los indios, de los negros arrancados de África y de los pardos frente a la desigual invasión genocida de los españoles durante 400 años.
El surgimiento de la patria libre e independiente con el Estado nación fue la síntesis de la guerra popular de los negros, indios, blancos y mestizos, cuando los libertadores y libertadoras tuvieron conciencia, que la victoria solo era posible con la inclusión de los de abajo para luchar por el amor a la patria (incluida la Grande).
La división interna y subordinación de los traidores a los imperialistas ingleses y posteriormente a los estadounidenses ha sido la tragedia nacional. La guerra civil entre los jefes militares de la independencia sepultaba el proyecto bolivariano. A partir de 1830 con la desaparición de la “Gran Colombia” crece la pobreza y racismo; se fragua el robo de la tierra por los terratenientes civiles-militares y del poder financiero; predomina el comercio librecambista agroexportador y la mono producción de la agricultura; se posibilita el robo del Esequibo por la debilidad de la oligarquía gobernante; alternan las dictaduras militares y la democracia representativa que explotaban y excluían al pueblo; se entregan el petróleo y el hierro con ello la fuga de divisas que aumenta la deuda externa anti soberana. Seguir leyendo #VotoDialogoYPaz: Mi voto es para @NicolásMaduro